A todos nos maravilla la magia que desprende una buena boda, pero para que ello sea posible debemos remontarnos varias horas antes ese mismo día y muchos meses previos antes de esa semana.
Todo comienza temprano en una cafetería el día B, con café en mano y las carpetas con el protocolo que Sofía reparte a su equipo.
Repasando todos los detalles de la boda al igual que el timing a seguir para no dejar pasar nada y que todo salga perfecto.
Una vez acabado el desayuno y resueltos los imprevistos, nos ponemos manos a la obra y nos dirigimos a la finca a dar los últimos detalles de decoración.
Llegados al lugar donde se celebrará la comida o cena, todo depende de cuando se oficie la ceremonia, damos los últimos detalles como colocar las flores frescas, los seating, meseros y minutas.
Supervisión de proveedores, alergias, horarios, iluminación y mucho más.
Pequeño parón para comer, volver a comentar el protocolo y plan para cualquier imprevisto que pueda surgir.
Unas horas antes de la ceremonia nos reunimos en el lugar donde se oficia la boda y preparamos cualquier detalle que lleve decoración floral, así como cualquier elemento que forme parte de nuestro servicio.
A la hora de la ceremonia estamos atentos de los detalles como la música, las flores y lo más importante los novios.
Una vez finalizada nos dirigimos a la finca donde se celebrará la boda ya sea con una comida o cena. Llegamos unos minutos antes para confirmar con catering que todo va según lo previsto.
Durante la celebración no perdemos detalle de cualquier necesidad que puedan tener los novios para que ellos puedan disfrutar de uno de los días más importantes de su vida.
Cuando llega la hora de abrir el baile confirmamos que las canciones son correctas y nos encargamos de que el decorado vaya según lo planeado.
Son horas de mucha tensión pero que a su vez nos hace mucha ilusión pues al final estamos haciendo realidad vuestro sueño.